Mi historia empezó hace muchos años. Soy pequeño, con tapa dura y tengo 365 páginas. Como la vida misma, donde se ven pasar los días año tras año. La historia que llevo dentro la concibieron, romántica, pero con un desenlace inesperado. Mi primer dueño, fue un señor de avanzada edad. Me trataba con ternura y delicadeza, paseábamos por unos jardines hermosos, se sentaba en un banco y me leía. Sus dedos, me cogian la hoja mucho antes de que llegara al final, me gustaba sentir sus dedos en mis hojas. Al pasarme me acariciaba de arriba abajo, para que mis hojas no retrocedieran. Volvíamos a casa, me llevaba en su mano y me sentía seguro. Cando llegaba, me dejaba encima de la mesa, apartado de los demás, por si tenia tiempo de volverme a cogerme. Cuando llegaba la noche me volvía a leer. Sus ojos se cerraban, en ese momento es cuando me llevaba con los otros, en una estantería repleta de compañeros, me colocaba allí como uno mas, arropado por miles de hojas, de historias diferentes, llenos de vida. Al dia siguiente me llevo a la playa, el sol se reflejaba en mis hojas. Ya le quedaba poco para acabarme. Tenia tristeza, al saber, que esas manos no me volverían a tocar. Ese dia me termino… Apenado, por la historia que llevaba dentro de mi, me cerro, me acario varias veces la tapa. Sentí un escalofrió, que llego hasta mis hojas. Alli estuve en la estantería durante unos años, esperando a que alguien me leyera, o aunque fuera solo para mirar las hojas que albergaba en mi interior. Un dia inesperado, alguien me cogio, era un chico joven. De la manera que me saco de la estantería, se que seria duro si se decidiera a leerme. A si fue, me empezó a leer, sus modales, hacían daño a mis hojas. Las pasaba rápido y sin contemplaciones. Me tiraba en cualquier sitio, mis tapas sufrían. Tenia ganas de que acabara conmigo lo antes posible. Seguro que mi historia no le estaba gustando. Me quede varios días en el suelo de su habitación, sin que se acordara de mi. Al quinto día, me abrió, y acabo conmigo. Un suspiro de alivio recorrieron todas mis hojas. Me puso en la estantería. Pasaron tantos días como tienen mis hojas.
Una mujer, me cogio era de mediana edad, el tacto de su piel era suave, como mis hojas. Se sentó en el sofá, y empezó a pasar mis hojas. Me acomodé tanto en sus manos que mis hojas se dormían. Habían momentos de su lectura, que ponía su dedo sobre mis palabra, sentía un cosquilleo que me hacia temblar. Cuando estaba en la estantería, deseaba que me cogiera, para disfrutar de los sentimientos que me trasmitía esa mujer… Leía muy a poco a poco, me sentía bien a su lado. Creo que le gustaba, su cara reflejaba felicidad, cuando me abría. Le quedaba muy poco para terminarme, yo no quería que me acabara. En ese momento, me arrepentí de que no tuviera mil paginas mas……. Me termino. Estuvo un rato sentada, me tenia entre las dos manos, durante un largo tiempo. En ese tiempo me regalo vida. Pero lo mas hermoso que le podía pasar a cualquiera de mis compañeros o al resto de todos los otros que son como yo. Lo mejor que les podía pasar en su larga vida, me paso a mi. Me levanto, me miro y medio un fuerte beso, que para ella duro unos segundos, pero para mi, perduraría toda mi vida………. Aquí estoy en mi estantería esperando que me lean. Pueden pasar años, siglos. Pero yo esperare que alguno de vosotros que me hagáis feliz, como lo hizo esa mujer.
UN LIBRO, de felipoween
Etiquetas:
Mis relatos
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 Soñadores han dejado un comentario:
Muy bonito relato. A mi me ha pasado que he prestado una de mis "joyas" y me lo han devuelto en muy malas condiciones, por eso (me da un poco de verguenza) no suelo prestar mis libros.
Gracias por compartir tus relatos.
Publicar un comentario